domingo, 5 de mayo de 2013

CONCERTO-RELATO PREMIADO-2º CICLO. III CERTAMEN DE NARRATIVA. IES PADRE POVEDA. AUTORA: MARÍA GÓMEZ REGALADO




“CONCERTO”

Aplauden durante casi un minuto. Todos esperaban ansiosos su actuación, anunciada en carteles colocados en la puerta del teatro, en las paredes del conservatorio… Sabían que lo haría bien, que disfrutarían oyéndola, pero no imaginaban cuántas horas de ensayo había detrás de ese concierto. Todo ese tiempo podía haberlo dedicado a hacer otras cosas, o tal vez a no hacer nada, pero prefirió practicar, para no decepcionar al poco público que sabía que habría y, especialmente, para no decepcionarse a ella misma.

Cada vez que tiene una audición importante recuerda sus primeros años, cuando apenas podía tocar, cuando no le importaba la música, antes de saber que no se le daría nada mal, que querría dedicar su vida a eso.

Es probable que ni la mitad de la sala se llene, incluso puede que ni dos filas completas estén ocupadas, pero ella está nerviosa. Está nerviosa porque no quiere fallar, porque teme que se le olvide el pasaje en el que se perdió durante el ensayo, porque tiene que tocar cientos de notas que no verá en la partitura, sino que las tiene grabadas en su mente. Es mucho más vistoso cuando se toca un concierto de memoria, pero pocos se paran a pensar el esfuerzo que se está haciendo al recordar, de principio a fin, seis, o siete, u ocho hojas.

Ha calentado durante quince minutos, pero ahora tiene las manos frías, y sin embargo le sudan. Le duelen un poco los dedos. Sabe que si le tiemblan será más difícil cambiar de posición, pero confía en que sepa mantener la calma.

De camino al escenario una niña pequeña se fija en su vestido y lo admira. Va sencilla pero elegante, discreta y deslumbrante. En la punta de sus zapatos se esconden pedacitos de algodón porque le quedan grandes. Se ha recogido el pelo. Puede pensarse que es por motivos de estética, le queda bastante bien, pero ella solo quiere que no le moleste mientras toca.

Sube el pequeño escalón y saluda sin exageraciones. Aparta el atril; hoy no va a utilizarlo. Sonríe al pianista que la acompañará en esta ocasión. Él le devuelve la sonrisa junto con una mirada compasiva, porque sabe lo que está pensando.

Se coloca el violín suavemente y respira: primero para tranquilizarse, y una segunda vez para dar la entrada.


Y empieza el concierto. Primer movimiento. “Allegro”:


Arco arriba y forte. Enérgico, con fuerza.  La primera nota ha hecho que en la habitación se respire el virtuosismo que desprende. Se adentra en el pasaje de semicorcheas mientras ruega que le salga bien. Pero ya lo ha hecho mil veces, y esta es solo una más. Apenas da tiempo a ver sus dedos. Cambian de posición a la velocidad que una abeja mueve sus alas. Nadie sabe qué está haciendo, solo saben que les gusta, pero ella conoce cada acorde por el que pasa, cada cadencia…conoce el sonido de cada silencio.

Pone ganas en el crescendo y se nota. Llega a un trino preciso, exacto, ni muy rápido ni muy lento.

Es una parte tensa. Ritmos rápidos y cambios de primera a cuarta, de cuarta a segunda y de segunda a sexta. Dobles cuerdas: terceras e incluso alguna décima. Hace que parezca fácil, pero es lo que más le ha costado. Al principio pensaba que nunca lo conseguiría, pero ahora está tocándolo, y lo está tocando bien. Más que bien. Se nota que en su música hay sentimiento. Mientras ella toca imagina una historia a la que le está poniendo banda sonora. Estas preguntas y respuestas en sforzando le recuerdan a una pelea. Por eso está tan seria. Por eso, y porque está concentrada. Parece que vayan a saltar las cuerdas.

Acorde de tónica.

Para sorpresa de todos, sigue ahora con algo que no esperaban. La pelea parece haber terminado. Piano…pianissimo… pequeños reguladores, muy, muy pequeños, casi inaudibles, pero están ahí y ella hace que se intuyan. ¿Qué está imaginando? Se imagina a ella misma tumbada en la playa. Está poniendo el sonido al rumor de las olas.

Va subiendo poco a poco. Ya va por mezzoforte. Las olas se hacen cada vez más grandes. Es como si se aproximara una tormenta. ¡Y forte! ¡Allegro y forte! Es la pelea de antes que se repite aunque transportada una tercera mayor. Son otras notas queriendo decir lo mismo.

Es consciente de que se va acercando a un sitio peligroso. No puede desconcentrarse. Fallar una nota puede llevarla a fallar todas las demás. Cambiar un arco puede confundirla. Todo debe ir en su sitio. Se muerde el labio. Intenta olvidar que es difícil. Se dice a sí misma que puede. Y puede.

Ha vuelto la calma. Va decrescendo… mezzoforte, piano, pianissimo… Nota larga con un delicado vibrato.


Segundo movimiento. “Andante”:


Empieza solo el piano. Todo va bien. Ya apenas está nerviosa. Ahora es el pianista quién le da la entrada con un pequeño movimiento de cabeza. Parece un susurro. Suave, despacio… Su mano se mueve delicada. La pulsera plateada de la muñeca izquierda acompaña al vibrato. Va subiendo en escala hasta llegar a un sol con cuatro líneas adicionales. Es todo agudo, como si estuviera hablando una niña. Eso es lo que imagina: una niña pequeña recogiendo flores mientras canta. No sube el matiz excepto en dos ocasiones. Es monótono pero no pesado. Es bonito. Cierra los ojos. No olvida una entrada, un bemol o un sostenido, una sola dinámica…

Este no es precisamente su movimiento favorito. A todo el mundo le gusta escucharlo. Relaja, llena el aire de calma… pero a ella le aburre tocar despacio. Hace una subida y al volver a bajar… calderón y acaba.


Tercer movimiento. “Vivace”:

Lleva ya diez minutos tocando. ¿Se habrá cansado la gente? Este movimiento es el que más le gusta. Imagina un barco de piratas. Porque es fuerte, rápido, bueno, muy rápido y con muchísimos cambios. Da un pequeño acento a cada cambio de arco, como si se balanceara el barco. No hay cambios hasta después del silencio. El pianista toca un compás y entonces llega su entrada. Los dos instrumentos se van contestando. Articula cada dedo y se pueden entender claramente cada una de las fusas. Hay varias repeticiones del tema principal con alguna pequeña variación.

Llegan al siguiente tema. Algo distinto. El piano solo acompaña marcando el ritmo. Ella tiene complicados cambios. Debe dar impulso al arco. Debe ir subiendo el volumen cada vez más de forma progresiva. Empezó piano y cuando te quieres dar cuenta está en forte.

Acorde.

Piano solo y su entrada. Fusas que ascienden. Fusas que descienden. Vuelve a ascender y desciende de nuevo y puente hacia una última vez del tema.

Por ser el final toca con más decisión que nunca, con más coraje y, por supuesto, orgullosa de lo que ha hecho.  Se reconoce perfectamente que es el final del concierto, pero nadie quiere que termine. Ni siquiera ella quiere terminar, pero todo lo que empieza, acaba.

Tónica. Dominante. Tónica.

Silencio.

Todos contienen la respiración. No se escucha nada. Se baja el violín tan suavemente como se lo colocó hace diecisiete minutos y treinta y cuatro segundos. Inclina la cabeza hacia delante a modo de saludo.

Estallan los aplausos. Se escuchan varios “bravos”. Ha sido el resultado esperado. Ha sido magnífico. Ha sido perfecto. No puede evitar que se le dibuje una sonrisa mientras baja del escenario y cruza el corto pasillo. La gente la mira al pasar.

Ya está junto a su funda, quitando la almohadilla al violín y sigue escuchando los aplausos.

Se apoya junto a la pared. Cierra los ojos y echa la cabeza para atrás. Respira hondo dos veces. Se ha quitado un peso de encima.

Al salir varias personas la felicitan. La saludan. Le dan besos.

Una vez en la calle siente el frío en la cara, igual que mientras tocaba sentía que le ardían las mejillas.

Ahora está segura de que ha merecido la pena todo ese esfuerzo. Sabe que no importa cuánto le haya dolido el cuello, ni los callos que tienen en las puntas de sus dedos. No lamenta haber perdido aquella excursión por asistir a su clase. Cuando sus amigas estaban en la fiesta ella estaba estudiando para un examen, pero está convencida de que en este momento se siente mejor que todas ellas. Apenas comió al mediodía porque estaba nerviosa. Se ha agobiado y enfadado varias veces porque le faltaban horas en el día.

Pero, ¿qué importancia tienen ahora todas esas cosas? ¿Qué son comparadas con lo que siente? Las cosas que se consiguen fácilmente no saben igual. Hoy se siente bien porque trabajó duro para lograrlo.

Es consciente de que cada año todo será más difícil. A lo mejor hasta las vacaciones no vuelve a saborear ni un minuto de tiempo libre. Pero es música, porque es lo que quiere ser. Está contenta.

Esta noche ha dicho algo especial al público con su “Concerto nº 5”.


MARÍA GÓMEZ REGALADO- 3ºB

























































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